Ahhh.... nada mejor que llegar a casa y empezar la semana con un buen postre. Ayer de mañana pongo el Gourmet y justo empezaba un programa horriblemente editado de un tipo muy nervioso cocinando huevos a la nieve (una versión interesante de la isla flotante) en un bosque en la laguna Garzón. Interrumpido constantemente por imagenes de arboles repetidas una y otra vez, alternando musica folklórica con la Vela Puerca, me asombró qué tan poco se necesita saber para hacer un programa de cocina, pero por otro lado era uno de esos postres clásicos que nunca había hecho, porque siempre me entusiasma más hacer cosas mas sofisticadas como pastel chiffòn de limón(?). Entonces dije, ta, lo hago ahora, y fui a buscar lápiz y papel y resulta que era el único programa de todo Gourmet que no tenía el paso-a-paso al final, porque pensaron que sería mejor cambiarlo por el tipo leyendo un poema con un sombrero de gaucho. Tenía que ser uruguayo el programa. Por suerte mi memoria anda bien, y el Gran Larousse de los Postres me hizo aportes interesantes.
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Huevos a la Nieve
4 claras
6 yemas
800 ml leche
1cta. vainilla
pizca de sal
300 gr azúcar impalpable
50 gr azúcar (para el merengue)
50 gr azúcar (para el caramelo)
Montar las claras a nieve con una pizca de sal, agregarle el azúcar al final.
Mientras calentar la leche con el azúcar impalpable y la vainilla.
Cuando la leche esté recien empezando a hervir, ponerle encima cucharadas grandes de merengue, de a 1 o varias a la vez, dependiendo del tamaño de la cacerola. Tener en cuenta que no conviene que se peguen entre sí, y que al principio se agrandan y al sacarlas se desinflan.
Dejar que se cuezan 2 minutos y con 2 cucharas darlas vuelta con cuidado, dejarlas 2 minutos más siempre a fuego lento. Sacarlas y reservarlas en un plato.
A la leche, todavía al fuego, agregarle las yemas, y revolver sin parar hasta que la mezcla espese un poco. Retirar del fuego y enfriar enseguida colocando la cacerola dentro de un bol lleno de hielos.
Volcar la crema inglesa copas individuales y flotando encima las nieves cocidas. Enfriar un ratito en la heladera.
Hacer caramelo medio espeso y decorar las copas a elección, por ejemplo, con cerezas. Dejar enfriar todo en la heladera.
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Esta vez no miente la pinta, fueron un éxito y ya no hay más. Lo único malo es que el primer caramelo que hice se me quemó y arruiné mi cacerolita preferida, además de enchastrar toda la cocina. Y como esto es un inventario de experimentos y fracasos, agrego una foto de la oveja negra de la pequeña familia de islas flotantes que duró un día.
